Colapsando

Iniciamos este proyecto. Personas motivadas por la posibilidad de compartir desde lo colectivo, con intención de transmitir y aprender generando contenido crítico que nos aleje de la vorágine de la actualidad y nos permita pensarnos a nosotras mismas de forma reposada. Este blog, surge de la necesidad de expresarnos, de volcar inquietudes en distintos formatos, que podrán ser estos manuscritos, en formato virtual, papel, fanzine, radio o audiovisual, quién sabe. Esperamos nos ayude, tanto a quienes participen en este proyecto abierto como a quienes lleguen a leerlo, a reforzarnos en lo cotidiano y a hilvanar afinidades que abran redes en lo social donde practicar más ricamente la solidaridad y el apoyo mutuo.

¿Colapsando? Sí, hay razones suficientes para asumir la idea de la crisis civilizatoria de la que nos vemos inmersos. La civilización hace años tiene la categoría de global. Sólo unas pocas comunidades mantienen sus costumbres, maneras o identidades pretéritas. El resto, nos vemos inmersos en un mundo regido por la lógica del capital, de teleología infinita en un mundo finito, que fagocita todos los ámbitos de la vida social y personal, con fetiches como la propiedad privada y el vaivén de mercancías en una economía de mercado global, donde todo se puede comprar y vender. Presenta un metabolismo en continua aceleración, absolutamente dependiente de las materias primas que expoliamos del planeta, especialmente de los combustibles fósiles, y que, por cierto, se están acabando. Ya hemos llegado al zénit de producción (mejor dicho, de extracción) de materias primas como el petróleo, plomo, potasio, fósforo, mercurio, telurio, titanio, selenio, circonio, renio, galio… y en pocos años llegaremos al de otras como el carbón, gas natural, cobre o estaño, si es que no se han alcanzado ya.

A pesar de estos límites físicos evidentes, el sistema económico ha encontrado la manera de seguir creciendo gracias a la financialización de la economía. Esta cuestión la vemos más próxima al inocente (que de inocente nada) pensamiento religioso que a la racionalidad de la que esta lógica se presume como heredera de la ilustración. El desplome, antes o después, es inevitable. Atendiendo a lo anterior, en un sueño utópico en el que el ser humano lograse echar el freno y extirparse la lógica del capital, el aterrizaje podría ser relativamente cómodo, ayudándonos de antiguos saberes y formas de vida que, sin llegar a replicarlos pues el contexto y la historia no nos lo permitiría, podríamos adoptar formas de vida más simples, austeras, en convivencia con la naturaleza, descomplejizando, descentralizando y desglobalizando este mundo. Sin embargo, está otra cuestión inevitable, el cambio climático.

Escribo esto la semana en la que aparece la noticia (eclipsada por el asunto del coronavirus) de la aparición de enormes lagos en Groenlandia que ha alcanzado los 18ºC, probablemente los inuit hayan tenido la oportunidad de desempolvar los pantalones piratas y la manga corta. Más allá de esta eventualidad, que podría simplificar el problema, el cambio climático es una cuestión de primer orden que además es difícil predecir con precisión quirúrgica ya que en absoluto se desarrolla de forma lineal. Las múltiples variables de las que depende se ven interrelacionadas mediante retroalimentaciones positivas que implican que aceleran los cambios y pasado cierto punto (que se predice próximo) el cambio en el clima no tendrá retorno. Así pues, estamos modificando la naturaleza biogeoquímica del planeta. Considerando una de las principales variables, la composición de la atmósfera está experimentando un aumento en la concentración de gases de efecto invernadero de origen antrópico. No existe simplemente una relación lineal entre aumento de estos gases y de temperatura, sino que consecuencias de este aumento incrementan el problema, como el derretimiento del permafrost que está liberando grandes cantidades de metano, el deshielo de los casquetes polares que está provocando, además de la subida del nivel del mar, el calentamiento de los océanos, con sus consecuentes modificaciones en las dinámicas de las corrientes marinas que a su vez afectan directamente a los eventos meteorológicos que definen el clima, por poner algunos ejemplos. La situación es más compleja de lo que a priori se puede intuir y la vida en nuestro planeta, ya notablemente maltrecha, sufrirá profundos cambios si no se mitiga la situación. En lo que nos compete como especie, entendiendo que somos interdependientes del medio y nuestros semejantes, no seremos la excepción al colapso.

Sabiendo que escribimos desde los privilegios de haber crecido en lo que llaman primer mundo, pretendemos que esto no nos suponga caer en alguna suerte de neocolonialismo, aunque nuestras limitaciones puedan hacernos evidenciar dejes similares. Somos conscientes pues, de que una parte gruesa de la naturaleza y la humanidad ya se encuentra en escenarios de colapso severos, escenarios que se desarrollan de manera diversa pues, aunque se trata de un proceso global, se manifiesta y manifestará de forma diferente según las particularidades de cada zona geográfica y sus circunstancias económicas, sociales y ambientales. Entendemos también que tenemos una responsabilidad individual que ha de construirse de forma colectiva y desde abajo, que podrá hacer que el aterrizaje, aunque forzoso, no acabe en siniestro total. Esta responsabilidad implica cambios profundos en nuestras vidas y en nuestra sociabilidad que nos ayuden a superar los grandes desafíos de este tiempo. Cada vez somos más quienes pretendemos desarrollar proyectos de vida paralelos que supongan alternativas al sistema. Ejemplos son las distintas experiencias autogestionarias y cooperativistas a menudo desde lo rural; la variedad de luchas y movimientos que parten de ideas libertarias, antidesarrollistas y/o desde el ecologismo social y ecofeminismo; explosiones prerevolucionarias que están dándose en distintas geografías; o materiales más reposados que llegan desde la academia o sus márgenes. Bien es cierto que estas realidades suelen tener carácter insular y existe una evidente carencia de redes efectivas que organicen estos ámbitos de acción. Organizarnos, es una tarea (que respetando la autonomía de los distintos grupos), sospechamos será de importancia en los tiempos que vienen.

Muchas flechas se han lanzado desde esta especie de declaración de intenciones. Esperamos poder tratar detenidamente éstas y otras realidades, circunstancias, reflexiones, sueños o rabias, en este proyecto que nace. Estamos colapsando, pero no somos simples espectadores.

Salud

Javier León Mediavilla